24 oct 2011

Si...

Si la luna fuera igual en todos lados,
podría decirte esta noche que la mires,
y al mirarla me veas,
y al verme te sonrías,
y al sonreír recuerdes momentos bellos,
y al recordar me nombres
y al nombrarme me ames.

Si el sol fuera igual de cálido para todas las fases del planeta,
podría decirte que sientas su calor,
y al sentirlo me sientas,
y al sentirme te estremezcas,
y al estremecerte te acurruques,
y al acurrucarte te adormezcas,
y al dormirte me sueñes
y al soñarme vengas a abrazarme,
y al abrazarme me quieras.

Si todas las estrellas fueran en la misma posición
para todos los puntos de vista,
podría pedirte que las cuentes,
y al contarlas me pienses,
y al pensarme te pienses,
y al pensarte te veas,
y al verte te des cuenta,
y al darte cuenta ya no pienses,
y sin pensar como ni donde ni cuando
acudas a mi encuentro...

22 oct 2011

Abrazame vos tambien

Abrazarte con los brazos alrededor de tu cuello.

Abrazarte con la mirada cercana a tos ojos.

Abrazarte con mis labios callados.

Abrazarte con mi panza pegada a tu panza.

Abrazarte con mis pensamientos que no digo.

Abrazarte con un llamado clandestino.

Abrazarte un rato largo.

Y despues que no te vayas,

pero Abrazarte entero

y

abrazarte bien.


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8 oct 2011

Lluvia Ácida.


Se empapelaba la habitación de grandes bostezos que se abrían hacia una oscura campanilla rojiza. Agargantada. Muda.
Sórdidos pasos vacíos, falsos, que nunca llegarían, se escuchaban venir desde un abajo muy adentro.
Suave, pequeño, como el engaño, se infiltra el aire por una rendija también de luz, también de puerta a medio camino, también de sin sentido.
Ella, la chica de los días de lluvia, que llora por las orejas mientras duerme, que tiene las manos sigilosas bajo la almohada con el pecho aplastado, arrugando las sabanas, se da vuelta para ver-me, para ver-se.

Me comienzo a sentir liviana, como flotando, como pegándome al bajo techo con manchas de humedad; se siente frío. Y como queriendo volver a mi, estiro los brazos, pero solo me responde su espalda. La chica de los cabellos lacios duerme apacible, la chica de los días de lluvia se levanta y prende un cigarro, me sopla el humo, que empieza a presionarme los brazos, las piernas, las manos, la cabeza; ya estoy totalmente pegada al techo, inmóvil, queriendo gritar, aturdida por el humo, y los bostezos y los pasos.
 Palpo el seno izquierdo, para sentir un latido y no… palpo el cuello alto, y no.
El cigarro se consume y bajo, me desinflo, alejándome rápido, muy rápido de aquella habitación. Termino pequeña, sin senos, sin cuellos, sin corazón.
Quiero volver a ver a la chica de los días lluviosos y la de los lacios cabellos, y no encuentro el regreso, no hay mas que pastos secos y árboles caídos; no las encuentro, no me encuentro, no logro volver a unirme, volver a verme.

Sobresalto, me toco la teta izquierda, y si. El cuello, y si. Pero me lloran los oídos, me llueven los poros.

Si el arte es indefinible, para que defender lo indefendible?