7 mar 2015

La hora de mi muerte

¿Será ésta la hora que diré adiós?
Pues, no diré adiós. Me iré
sigilosa, como sobreviene
la muerte.

¿Será este el día de mi muerte?
Me siento tan viva, que
puedo sentir la tristeza a flor de piel
la alegría.

Y me han dicho que nadie muere
sin haber vivido,
habré sido
¿suficiente?

Aquí yacen los restos de Verónica
nada importante,
vida intrascendente
pero suya.

Gustaba de un rincón en la mañana
entre los primeros rayos del sol
donde pensaba y a veces lloraba,
se ha ido.

¿Quién?
Verónica se fue,
como se van los pájaros
que emigran al norte por puro instinto.

No dejó nada escrito,
y se llevó lo vivido.
Verónica nos ha dejado
un enorme vacío.
Si el arte es indefinible, para que defender lo indefendible?