7 ene 2015

Confesion

Soy tan mentirosa como un escupitajo de mina,
tan horriblemente cruel que puedo mirarte a los ojos
y mentir sin que me tiemblen los labios.

Soy tan mentirosamente sincera
que te arrastro aún siendo consciente del daño
a la misma miseria encarnizada.

Y no tengo argumentos en mi defensa,
sólo diré que he sido mala decididora,
que el destino es una montaña de bosta.

Porque dos que se mienten
se aman y se odian en la misma esquina.
A la vuelta de la verdad,
se haya el auto-convencimiento.


Si el arte es indefinible, para que defender lo indefendible?