30 ago 2013

Ese qué se yo.

Se llamaba como Gardel
y me enseñó a volar sobre mis pies.

Se llamaba malevaje y piel de anís
y me dejó lleno el sudor del vals.

Mañana se fue y no creo que volverá,
pero su crecer dura una eternidad.

Con nombre de hombre
no fue él.

Fue ese qué se yo
que te hace descubrir una verdad.

1 comentario:

condors dijo...

que difícil ponerle nombre a lo inexplicable :3

Si el arte es indefinible, para que defender lo indefendible?